Estrés Académico: El Enemigo Silencioso del Estudiante
Según Arturo Barraza Macías, el estrés académico
es un proceso sistémico, de carácter adaptativo
y esencialmente psicológico, que se presenta
cuando el alumno se ve sometido, en contextos
escolares, a una serie de demandas que, bajo la
valoración del propio alumno son considerados
estresores; cuando estos estresores provocan un
desequilibrio sistemático (situación estresante) que
se manifiesta en una serie de síntomas (indicadores del desequilibrio); y cuando este desequilibrio
obliga al alumno a realizar acciones de afrontamiento para restaurar el equilibrio sistémico.
En general, los trabajos
encontrados sobre el tema de estrés académico
demuestran la existencia de índices destacados de estrés entre los estudiantes universitarios
de tiempo completo, siendo estos más altos
por ejemplo, en los periodos de exámenes,
cuando se tiene sobrecarga académica, en los
primeros cursos de carrera, una enseñanza y
aprendizaje demasiado centrada en la memorizacion, cuando hay falta de tiempo, las exigencias
de algunas materias, durante las intervenciones
en público, en el momento que existe deficiencias metodológicas del profesorado y cuando se
obtienen resultados no satisfactorios.
Estresores académicos
Las exigencias que pueden dar origen al estrés son de dos tipos:
- Exigencias Internas: es decir, las que nos realizamos a nosotros mismos cuando somos muy autoexigentes, tenemos altas expectativas de logro, necesitamos mantener el control y nos esforzamos en ellos, entre otros.
- Exigencias Externas: es decir, las que nos va presentando nuestro entorno, dentro de las cuales destacan tener que entregar trabajos y rendir pruebas y exámenes en un tiempo acotado; realizar trabajos en grupo; exponer frente al curso (disertaciones); no entender contenidos abordados en la clase; tiempo limitado para las obligaciones académicas, entre otros.
Estresores no académicos
Además de lo académico, debemos considerar una serie de situaciones vitales que nos estresan y que repercuten también en nuestro estado emocional y físico. A continuación se presenta una adaptación de la escala de Holmes y Rahe, con el listado de situaciones estresantes más comunes:
- Separación
- Lesión o enfermedad personal
- Matrimonio
- Despido del trabajo y/o cesantía
- Reconciliación de pareja
- Cambio de salud de un miembro de la familia
- Adicción y/o alcoholismo (propio o de cercano)
- Embarazo
- Incorporación de un nuevo miembro a la familia
- Muerte de un amigo
- Problemas legales
- Comienzo o fin de etapa académica
- Cambio en las condiciones de vida
- Cambio de residencia
- Cambio de actividades sociales
- Cambio de hábito de dormir
- Cambio de hábitos alimentarios
- Vacaciones
¿Cómo se manifiesta el estrés?
Una vez que has identificado las situaciones que te generan estrés, es importante reconocer cómo reacciones frente a ellas; qué efectos generan en tu organismo y en tus emociones. Aunque inicialmente el estrés es normal y provechoso, ya que nos ayuda a activarnos para poder responder a las demandas y exigencias del medio, con el tiempo nuestro cuerpo y nuestra mente se van agotando y comienzan a disminuir en su rendimiento.
Para prevenir esta baja en el rendimiento debemos regular la cantidad de tiempo que nos mantenemos funcionando bajo altos niveles de exigencia, fase a la que se denomina resistencia, que se ve seguida de la fase de agotamiento. Si, a pesar del agotamiento, no nos detenemos a descansar y hacer una pausa para recuperar energías, nuestro organismo podría entrar en una fase de cronificación de las manifestaciones de la fase de agotamiento del estrés.
Estas manifestaciones pueden darse en diversos ámbitos -físicas, psicológicas y en la conducta- y es importante reconocerlas para irlas identificando en la medida en que van apareciendo y así poder tomar medidas preventivas.
Fases del estrés
Manifestaciones físicas
Corresponden a los síntomas que se generan en nuestro cuerpo frente a los estresores habituales, algunos de ellos son:
- Somnolencia, mayor necesidad de dormir
- Cansancio y fatiga
- Dolores de cabeza o jaquecas
- Dolor de estómago y/o color irritable
- Bruxismo (tensión de mandíbulas)
- Dolor de espalda
- Taquicardia o palpitaciones fuertes
- Aumento o disminución del apetito
- Resfríos frecuentes (baja en el sistema inmune)
- Dificultades para dormir (insomnio o pesadillas)
Manifestaciones psicológicas y emocionales
Son las reacciones emocionales y cognitivas que tenemos frente a situaciones de estrés, entre las que destacan:
- Inquietud e hiperactividad
- Tristeza y/o desgano
- Ansiedad constante
- Dificultades para concentrarse
- Dificultades para pensar (quedarse en blanco)
- Problemas de memoria, olvidos frecuentes
- Irritabilidad frecuente
- Temor a no poder cumplir con las obligaciones
- Baja motivación para actividades académicas
- Angustia y/o ganas de llorar frecuente
Manifestaciones conductuales
Consisten en los cambios que experimentamos en nuestra conducta producto de la vivencia de situaciones de estrés, que son fácilmente observados por otros, entre los que podemos encontrar:
- Frecuente tendencia a discutir con los demás
- Necesidad de estar solo, aislarse
- Uso de fármacos para estar despierto (automedicados)
- Preferir otras actividades por sobre el estudio
- Uso de fármacos para dormir (automedicados)
- Dificultad para sentarse a estudiar (“sacar la vuelta”)
- Aumento del consumo de café y/o tabaco
- Dejar de asistir a clases
- Frecuente participación en carretes poco saludables
- Tendencia a dejar de hacer, por desgano o apatía, lo que se acostumbra normalmente
Prevención del estrés académico
Una vez que identificamos las situaciones que nos generan estrés y que sabemos cómo reaccionamos frente a ello, necesitamos distinguir qué estamos haciendo para prevenir que esto ocurra o mitigar los efectos.
Algunas de las estrategias que ayudan tanto a prevenir la cronificación del estrés como a afrontar las manifestaciones en la fase de agotamiento son:
- Planificar actividades priorizando entre ellas
- Decidir entre diversas técnicas de estudio
- Alimentarse saludablemente en horarios estables
- Practicar deporte o actividades recreativas
- Dedicar tiempo a pasatiempos y hobbies
- Mantener ciclos de sueño estables
- Buscar ayuda y compartir con otros
- Practicar relajación y respiración profunda
- Mantener el sentido del humor
- Esforzarse en mantener la calma y tranquilidad
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